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Gozo y sufrimiento de AMLO y Peña Nieto en la Presidencia

Gozo y sufrimiento de AMLO y Peña Nieto en la Presidencia
  • Publisheddiciembre 8, 2020

Difícil oficio el de Presidente de la República. No hay escuela, sólo se aprende a partir que el ganador de las elecciones se cruza la banda tricolor sobre el pecho y extiende la mano derecha para jurar respetar la Constitución y las leyes que de ella emanan.

Con excepción de su paso por el gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador no tuvo mayor experiencia en la administración pública; en cambio, posee una larga carrera política y experiencia en derrotas como aspirante presidencial sólo superada por Cuauhtémoc Cárdenas y Nicolás Zúñiga y Miranda que contendió nueve veces, la primera contra Porfirio Díaz y la última, antes de morir en la pobreza y con problemas mentales, contra Plutarco Elías Calles.

Decir que López Obrador disfruta la Presidencia equivaldría a caer en lugar común que por obvio debo desechar; no lo es, en cambio, asegurar que empieza a vivir una dualidad de gozo y sufrimiento, como muchos de sus antecesores.

Al inmediato, Enrique Peña Nieto, le ocurrió en el segundo año de gobierno cuando parecía encaminado a ser uno de los mejores mandatarios de la historia reciente, sin duda el mejor del primer cuarto del Siglo XXI. Pero se le cruzaron la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y la casa blanca. Padeció la Presidencia y la disfrutó.

El gozo de López Obrador está a la vista cada mañana en el Palacio Nacional cuando es sometido a “interrogatorio” por una pléyade de periodistas que aprendieron la lección de no incomodarlo o, por consigna, se concretan a darle pie como en el teatro a los actores para que recite sus parlamentos, primero novedosos y ahora aburridos por repetitivos y cuajados de lugares comunes.

El sufrimiento también está a la vista.

Primero fue la pandemia del coronavirus que evidentemente el gobierno de López Obrador no ha sabido manejar ni siquiera mediáticamente por más Hugo López Gatell le diga que tiene otros datos.

Segundo, los une también la integración del gabinete.

Con el tiempo existirá un examen sereno del equipo del mexiquense y quienes lo hagan encontrarán ahí la falla principal. No es novedad decir que varios, no pocos, abusaron de la confianza del Presidente; sus nombres son de conocimiento general. Algunos lo traicionaron en pleno encargo y otros ya lo hacen o se disponen a hacerlo.

López Obrador ha realizado tantos cambios en su equipo original que cuando concluya el sexenio será difícil recitar la conformación de la primera alineación; quizás sólo se recuerde los nombres de quienes desertaron desilusionados de su jefe y arrepentidos de participar en una transformación meramente discursiva. Por ahora ya son sus principales críticos en público o en privado.

Ventaja de López Obrador es poseer aún cuatro años para recuperar el terreno perdido en dos años en que no ha dejado de ser candidato. No sabemos a qué porque no puede aspirar a reelegirse en la Presidencia ni, después de boicotear las ambiciones de Jaime Bonilla en Baja California, a modificar la Constitución para prolongar legalmente su mandato. Tal vez como Jefe Máximo de la Cuarta Transformación, pero …

Lo cierto es que hoy no da gusto a nadie y que enfrenta un nuevo reto inesperado cuando creía haber sentado las bases para convertir al INE en uno más de los organismos reguladores del poder presidencial a los que ha desnaturalizado.

Lorenzo Córdova le lanzó el retó franco que sin duda tendrá inmediata respuesta mediante sarcasmos y escarnio. El presidente consejero del INE definió ayer al Instituto no sólo como organizador de elecciones, sino como instrumento legal para controlar el poder.

Y todo por las mañaneras y la manía presidencial de usarlas de instrumento propagandístico de sus acciones y denostar a sus adversarios con la única intención de enfrentar desde el púlpito del Palacio Nacional a la coalición partidista que busca arrebatar a Morena el control de la Cámara de Diputados.

Y ocurre cuando apenas inició su tercer año de gobierno.

Si, López Obrador disfruta la Presidencia, pero la empieza a sufrir.

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