En un día reñido y letal, el ejército israelí descargó su furia sobre la Franja de Gaza, arrojando más de 153 toneladas de bombas en diferentes partes del territorio palestino. El primer ministro Benjamin Netanyahu anunció este dramático desarrollo ante el parlamento israelí, justificándolo con la muerte de dos soldados israelíes a manos de Hamás.
La mañana anterior, Netanyahu había advertido que si no se producían cambios significativos en la situación en Gaza, Israel estaría dispuesto a lanzar un ataque militar más amplio contra el enclave. Sin embargo, lo que sucedió fue incluso peor: una ofensiva aérea masiva y devastadora que dejaría como saldo más de 45 muertos y 158 heridos, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad de Gaza.
La violencia comenzó cuando Hamás lanzó un ataque con cohetes contra territorio israelí, matando a dos soldados israelíes. En represalia, el ejército israelí se desató sobre Gaza, lanzando bombas y misiles que dejaron una estela de destrucción en suwake.
La ciudadanía palestina está aterrorizada ante la brutalidad de la ofensiva israelí, que ha causado estragos en viviendas, hospitales, escuelas y mercados. Las imágenes de niños heridos, mujeres desesperadas y ancianos asustados son comunes en los medios palestinos.
La ONU y otras organizaciones internacionales han condenado la violencia israelí, recordando que las acciones militares no pueden ser justificadas por la pérdida de vidas humanas. «Estamos profundamente preocupados por la situación en Gaza», dijo un portavoz de la ONU. «La respuesta de Israel es desproporcionada y puede agravar aún más la crisis en el territorio».
Los líderes palestinos han criticado duramente la ofensiva israelí, calificándola de «crimen de guerra». «No podemos aceptar que se nos ataque sin cesar y no podamos defender nuestro pueblo», declaró Ismail Haniyeh, primer ministro autoproclamado de Gaza.
La situación en Gaza es cada vez más explosiva. La falta de servicios básicos como agua, electricidad y sanidad ha llevado a una grave crisis humanitaria en el territorio. La población palestina vive en una permanente tensión, temiendo por su vida y la de sus seres queridos.
La diplomacia internacional está trabajando para frenar el conflicto, pero la situación se vuelve cada vez más difícil. Los líderes mundiales deben actuar con urgencia para evitar que la violencia siga creciendo y las víctimas sigan acumulándose. La humanidad no puede permitir que la tragedia siga su curso en Gaza.
